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Alfredo Sfeir

Hoy, hay una gran negatividad en los lugares de trabajo. Algunos están deseosos de trabajar; otros, totalmente lo contrario. Unos se ven auto-realizados en sus labores; otros se sienten esclavizados.  En una misma empresa hay personas que piensan que el trabajo es fuente de estrés, conflicto familiar, insatisfacción, frustración, desgaste, sufrimiento, conflicto con su estilo […]

Hoy, hay una gran negatividad en los lugares de trabajo. Algunos están deseosos de trabajar; otros, totalmente lo contrario. Unos se ven auto-realizados en sus labores; otros se sienten esclavizados.  En una misma empresa hay personas que piensan que el trabajo es fuente de estrés, conflicto familiar, insatisfacción, frustración, desgaste, sufrimiento, conflicto con su estilo de vida, cansancio…, mientas otras ven dignidad, crecimiento personal, auto-realización, alegría, motivación, creatividad, habilidades, bienestar…  ¿Cómo es esto posible? ¿Tiene que ver con la definición de ‘trabajo’? ¿Se relaciona con el lugar de trabajo, los compañeros, los jefes, el salario o algo más profundo? ¿Tiene que ver con la manera en que vivimos, la forma en que usamos nuestros tiempos libres, los problemas que tenemos fuera del trabajo?  No hay respuestas fáciles, pero hay que encontrar respuesta prácticas, realistas y espirituales en relación a condiciones laborales y lugar de trabajo.

Necesitamos distinguir entre “el hacer” (ej., lo material: salario, condiciones laborales) y “el ser” (ej., dignidad, valores, servicio) del trabajo.  El hacer se intensifica cuando los trabajadores los definen como “factores de producción” y el trabajo como algo netamente material, recibir.  El ser crece cuando pensamos en los trabajadores como personas y el trabajo como algo espiritual, servir. Cuando somos sujetos (ser) y no objetos laborales (hacer). Para ‘servir’ tenemos que abrazar valores tales como solidaridad, compasión, responsabilidad, entrega, lealtad… A través del “ser” cultivaremos las cuatro satisfacciones del trabajo: satisfacción laboral, familiar, social y con la vida, incluyendo dimensiones que las califican: genero, edad, etnicidad, educación…  El objetivo último es la felicidad, y así el trabajo tiene vigor, dedicación, lealtad, absorción, eficacia profesional…

El trabajo es también parte integral del derecho a vivir bien; no es solamente ganar dinero para sobrevivir, sino un medio importante para engrandecer y refinar nuestra consciencia, cambiar la actitud de nuestro ego, participar activamente en equipos, crear un gran impacto comunitario, y eliminar las raíces del sufrimiento.  Si el punto de referencia es el dinero, esto crea una actitud adversa al trabajo el punto de referencia es servir a la sociedad (objetivo mayor), esto crea un espacio virtuoso.

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